lunes, 6 de febrero de 2012

Educación y sociedad.

Siempre he mirado la cara de la educación desde los ojos de un niño. Es lo más fácil y bonito; pero también he de decir que ahora tocar ser adulto y mirar desde una perspectiva más brusca, menos inocente y más real. ¿Estamos adaptados para que la educación sea un marco importante en la sociedad?
Desde niña he podido contemplar cómo han cambiado las formas de educar, los profesores e incluso los mismos alumnos; pero eso sí, lo que no ha cambiado es el propósito que se espera de los alumnos, no sólo de infantil a los que nos referiremos en este caso, sino de toda la vida escolar: APRENDER.
Aprender. Creo que es una de las palabras más bonitas que se contemplan en el diccionario, ya que no sólo nos transmite un mensaje sino varios, los maestros o profesores; como nos llamarán, no nos encargamos únicamente de formar en conocimientos a los niños y que conozcan la creatividad, sino también en modelarlos como personas. ¿Qué sería de un alumno/a dotada excelentemente de numerosos conocimientos y sin una base de humanidad? Ese niño no sería una persona, pasaría a formar parte de lo que llamamos individuo; las personas son algo más, son una base de sabiduría en la cabeza y una serie de valores en el corazón.
Cuando hablo de valores no me refiero a lo material, al dinero, a la cuantía de las cosas; sino a las cosas que sin poder percibirlas consideramos importantes: como el amor, la amistad, la justicia, la paz...Todo por lo que luchamos en esta sociedad y lo que en un futuro nuestros niños deberán saber. Tendremos que hacerles ver que no es mejor aquel que saca notazas en clase (lo cual es muy importante), pero lo es aún más el que aún teniendo menor conocimiento de una materia cualquiera, es capaz de dar la mitad de su bocadillo en el recreo a aquel amigo que no lo tiene, el que comparte su juguete favorito con el compañero, el que a pesar de haberse comportado mal con su mejor amigo le da un abrazo y un beso para que se perdonen. Eso es educación y lo que más enorgullece a un maestro o maestra es poder ver que un discípulo suyo ha aprendido la lección.   



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